
Orlando Alcántara Fernández (Cristorly). Escritor sin distinción de géneros, inventor del Juego Virtual Modular "omni JESUS” y creyente cristiano unitario universalista ekklesial. Nace el primero de agosto del 1962 en Santo Domingo, República Dominicana. Desde su niñez se destacó como estudiante meritorio. Fue dos veces consecutivas el Ajedrecista del Año del Instituto Politécnico Loyola (1981 y 1982) y en octubre del 1985 ganó el primer lugar de
Ha merecido por su trabajo literario premios y reconocimientos en el Instituto Politécnico Loyola (IPL), Casa de Teatro, Universidad Autónoma de Santo Domingo (UASD), Sociedad Cultural Alianza Cibaeña, El Periódico (Reconocimiento del fenecido poeta, periodista y ecologista Daniel Martich Lorenzo), periódico El Informador del Sur (Reconocimiento del periodista Ruddy Medrano), Cámara de Comercio y Producción de San Cristóbal, Dirección General de Promoción a
Fue profesor de inglés en el Instituto Cultural Domínico-Americano y en The English Center. Ha escrito artículos de fondo en los principales medios de comunicación escrita a nivel nacional y mayormente en San Cristóbal en un variado espectro de publicaciones periodísticas.
Últimamente ha tenido un re-encuentro con las raíces acendradas de
Publicó el libro antológico-crítico “¡Metapoesía de Mí!” en el 2003, incluyendo metapoetas de cinco países. Organizó las exposiciones metapictóricas “Imagen Lúdica” y “Doce Meta-Poemas de Jorge Piña” en Casa de Teatro y
En la actualidad, Orlando Alcántara Fernández (Cristorly) desarrolla su propio sitio Web como un portal cristiano en que todos puedan interactuar por medio de su Juego Virtual Modular “omni JESUS”, sus escritos teológicos y ficticios sobre
Círculos Concéntricos
Mención de Honor en el Concurso de Cuento y Poesía del Instituto Politécnico Loyola en el 1981.
Primer Lugar en el Concurso Literario de
A Sandra Alcántara Fernández, mi hermana entrañable del alma.
Aunque dices no acordarte de Manolo, el pintor del barrio, te aseguro que te habrías enfurecido si lo hubieras visto correr desquiciado por las calles del barrio: descalzo, en pantalones cortos, sin camisa; irremediablemente dispuesto a todo, corriendo enloquecido como un energúmeno; y nosotros, quizás presintiendo lo inevitable: persiguiéndole, gritándole que se detuviera, que se dejara de vainas; mientras él corría sin hacernos caso, atravesando las calles sin asfalto: descalzo, con el pecho desnudo; dejando atrás las miserables casuchas, debajo del puente, a orillas del río; alejándose por las calles casi desiertas: dirigiéndose velozmente a la avenida; y nosotros, sin saber por qué: persiguiéndole, intentando alcanzarlo para frustrar sus planes: sus ansias incontenibles de correr, de volar si le fuera posible; y Manolo, corriendo enloquecido hacia la avenida: moviendo los brazos y las piernas armoniosamente, desplazándose impulsado por toda la energía reprimida: dirigiéndose angustiado a la avenida, abriéndose paso a través de la muchedumbre, atropellando a la multitud allí reunida: empujando bruscamente a quien se interponía en su camino, esquivando con destreza a los autos en la esquina, corriendo como un poseído: sin importarle nada, inevitablemente dispuesto a todo; y los autos, frenando de repente, chiiirrrrriiiaaando las gomas; y nosotros, que se detuviera, que se dejara de vainas: ¡Cuidado con los carros!; y Manolo, sin escucharnos, sin oír nuestros gritos, sin escuchar los aullidos que en vano intentaban detener su intempestiva carrera; y aun tú, Matilde, que dices no acordarte de Manolo, nuestro pintor del barrio, quien se desvelaba por las noches buscando una idea genial para plasmarla en sus cuadros: y aun tú, Matilde, habrías sentido coraje si lo hubieras visto correr trastornado por las calles: abriéndose paso a través de la muchedumbre, atropellando a la multitud: empujando bruscamente a quien se interponía en su camino, esquivando los autos que congestionaban la avenida: indiferente a nuestros gritos; atraído irremediablemente por la fuerza descomunal de los círculos concéntricos que se extendían y se contraían en la superficie del río, debajo del puente, más allá de la avenida del barrio.
(Me sentía orgullosa de Manolo cuando se levantaba temprano en la mañana para ir al trabajo y me decía "hasta luego, mi amor" y me besaba en la mejilla; marchándose apresurado a coger la guagua en la avenida, y yo me quedaba arreglando la casa, ordenando nuestras cosas: ilusionada con la criatura que latía en mi vientre; y Manolo, al regresar por la tarde, me besaba de nuevo, me acariciaba el vientre, me tomaba entre sus brazos; y todo marchaba de película a pesar de vivir en este barrio mugriento a orillas del río: y por la noche Manolo se la pasaba planeando, soñaba en voz alta hablándome de exposiciones que lo harían famoso, soñando despierto, delirando en voz alta, soñando en voz alta con nuestro futuro: hablándome de galardones que definitivamente lo consagrarían; y ambos, soñando despiertos: besándonos, acariciándonos, ilusionados: ilusionándonos con la criatura que muy pronto brotaría de mis entrañas; y el sueño nos invadía: dormíamos felices de la vida esperando el promisorio mañana que de emoción nos estremecía, que nos daba fe y esperanza para seguir viviendo, que nos sustentaba, que nos redimía; y todo marchaba de película hasta que a Manolo por iluso lo echaron del puesto: por soñar despierto con ser un artista famoso, un pintor de renombre; por no preocuparse a fondo por su trabajo: dizque decepcionado por la abulia colectiva hacia su arte; y perder el empleo precisamente cuando nuestro hijo en cualquier momento surgiría de mis entrañas; y a partir de entonces mi vida se fue a la porra, pues ya no vería a Manolo marcharse al trabajo después de besarme y acariciarme el vientre abultado; y ya no lo vería regresar por las tardes y acurrucarse como un niño entre mis brazos, susurrándome al oído lo mucho que me quería; y desde entonces pasaba el día entero pintando sus cuadros, desandando por el barrio, forjando ideas y temas para sus futuros lienzos; y nuestras vidas se fueron al Infierno de tanto soñar con ser un pintor respetado y famoso, dedicado en cuerpo y alma a su arte; pues me cansé de oírlo soñar en voz alta, de verlo bosquejar por noches enteras las telas de una exposición irrealizable que me desquiciaba la vida; y al principio trataba de comprenderlo y tener fe en nuestro futuro; pues mañana sería mejor, mañana sería mucho mejor; y Manolo, cariñoso y tierno, acariciándome el vientre abultado y juntos soñábamos con un futuro esperanzador, con nuestro hijo hecho todo un hombre, con Manolo convertido en un pintor respetado, conmigo transformada en una mujer consagrada: madre de un hijo educado y esposa de un pintor de gran fama; pero cuando nuestro hijo emergió gimiendo de mis entrañas, nuestras ilusiones se fueron a la porra, al mismo Infierno, pues cómo sobrevivir al hambre con tan sólo unos sueños: vagas esperanzas, puros sueños; y Manolo, soñando con porquerías, con exposiciones individuales y colectivas, con bienales e internacionales, con aclamaciones de
Aunque dices no acordarte de Manolo, el pintor del barrio, te aseguro que te habrías enfurecido si lo hubieras visto aferrarse a la columna del puente: trepando como un lagarto, mirándonos sin mirarnos; avanzando hacia el tope de la columna; y nosotros, impotentes, sin poder evitarlo, enarbolando los puños, boquiabiertos, mirándolo escalar con torpeza sin poder detenerle; y los curiosos, aglomerándose; y los autos, deteniéndose; y la gente, gritando frases sin sentido, asfixiando el ambiente con sus gritos; y Manolo, dispuesto a todo, trepando como un lagarto, mirándonos desde lo alto: indiferente, sin mirarnos; y nosotros, por el amor de Dios que no se tirara, que se dejara de vainas, que por Dios se bajara; gritándole enloquecidos: apenados por su tragedia; y él, sin palabras, apenado por la nuestra; y aun tú, Matilde, que dices no acordarte de Manolo, el pintor del barrio, quien se desvelaba por las noches buscando una idea magistral para plasmarla en sus cuadros, y aun tú, Matilde, habrías de atribularte como las mujeres angustiadas que no podían contener las lágrimas y lloraban a cántaros, sin consuelo, desgarradas; como los hombres enardecidos que apretaban los puños, impotentes, desquiciados; como todos nosotros que veíamos a Manolo en lo más encumbrado del puente: dispuesto a todo; decidido a saltar de una vez y por todas, sin escuchar nuestros gritos, trepando la columna del puente, impulsado por el enorme peso de sus preocupaciones; y aun tú, Matilde, que dices no acordarte de Manolo, el pintor del barrio, te habrías estremecido de estupor si lo hubieras visto saltar desde lo más alto del puente: intentando volar sin tener alas; surcando brevemente el aire; atraído por la descomunal fuerza de los círculos concéntricos que se extendían y se contraían en la superficie del río; cuando dejamos de respirar apretando los puños, impotentes; y Manolo, el pintor del barrio, saeta certera e irrevocable, dibujó eufórico y reconciliado una parábola invertida en el aire, penetrando sin chapuzón ni chapoteo, triunfalmente en picada, a través del centro inexorable de los círculos concéntricos plasmados magistralmente a pinceladas precisas, certeras y vivaces, en la superficie límpida del río de aguas cristalinas; y por eso te aseguro que, aunque dices no acordarte de Manolo, el pintor del barrio, habrías de estremecerte invadida de estupor y algarabía si lo hubieras visto en el tope, en lo más alto del puente, presenciando anonadado las casuchas cayéndose a pedazos a orillas del río, los autos inertes poblando la avenida y la gente sin aliento en medio del puente; y aun tú, que dices no acordarte de Manolo, el pintor del barrio, aun tú sentirías vértigo en lo más alto del puente y saltarías, tú también saltarías, eufórico, pletórico y regocijado, saeta audaz, ágil e irrevocable, surcando el aire, “parábola invertida”, flecha veloz y certera, para por fin traspasar, gozoso y reconciliado, la inexorable diana de los círculos concéntricos plasmados triunfalmente en la superficie del río y por fin acertar en el blanco, de una vez y por siempre, por todas y para siempre, agua bautismal, resurrección-parábola, paisaje celestial, conversión inminente, vida eterna en Cristo, sólo Cristo, cielo reflejado en río, todo en Cristo.
1 Timoteo 4:10-11:
“…(Porque por esto estamos nosotros trabajando duro y siendo reprochados), que nosotros confiamos en el Dios viviente, Quien es el Salvador de toda la humanidad,
11 especialmente de los creyentes. Permanece encargando y enseñando estas cosas.”
"Círculos Concéntricos”: Martes 25 de diciembre, dos mil siete. Técnica Mixta. Mural al óleo. Santo Domingo. Museo Nacional.
11 comentarios:
muy interesante
Gracias, Ana María, por tu significativo comentario. Me gustó mucho conocer algo de tu currículo literario publicado en tu perfil. Felicidades crísticas universalistas. Orly
Es interesante y muestra bastante. Ademas, utiliza un lenguaje ameno, agradable. Sin embargo, pienso y no tengo aire de experto..., de que el cuento "circulos concentricos", debio de terminar en la frase "vicario urticante". Esto por entender que la historia o la parte anecdotica ya fue contada, y no le hacen justicia las repeticiones en los parrafos finales.
Felicidades...
Es interesante y muestra bastante. Ademas, utiliza un lenguaje ameno, agradable. Sin embargo, pienso y no tengo aire de experto..., de que el cuento "circulos concentricos", debio de terminar en la frase "vicario urticante". Esto por entender que la historia o la parte anecdotica ya fue contada, y no le hacen justicia las repeticiones en los parrafos finales.
Felicidades...
Es interesante y muestra bastante. Ademas, utiliza un lenguaje ameno, agradable. Sin embargo, pienso y no tengo aire de experto..., de que el cuento "circulos concentricos", debio de terminar en la frase "vicario urticante". Esto por entender que la historia o la parte anecdotica ya fue contada, y no le hacen justicia las repeticiones en los parrafos finales.
Felicidades...
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Felicidades...
Es interesante y muestra bastante. Ademas, utiliza un lenguaje ameno, agradable. Sin embargo, pienso y no tengo aire de experto..., de que el cuento "circulos concentricos", debio de terminar en la frase "vicario urticante". Esto por entender que la historia o la parte anecdotica ya fue contada, y no le hacen justicia las repeticiones en los parrafos finales.
Felicidades...
Es interesante y muestra bastante. Ademas, utiliza un lenguaje ameno, agradable. Sin embargo, pienso y no tengo aire de experto..., de que el cuento "circulos concentricos", debio de terminar en la frase "vicario urticante". Esto por entender que la historia o la parte anecdotica ya fue contada, y no le hacen justicia las repeticiones en los parrafos finales.
Felicidades...
Sin adulación vana, me parece que reúne todas las características del cuento y llena las expectativas teológicas,el pensamiento de su autor en esta línea; la angustia existencial de toda persona queda muy bien retratada y aunque con muchas pinceladas de esperanza velada y manifiesta; como todo cuento termina con un final inesperado, en este caso trágico, desgararante y como se estila actualmente. ¡Qué difícil escribir sólo en la esperanza! Dolly Lora de Mirabal
Hola, Núñez. Hola, Mirabal. No había recibido el mensaje de Núñez hasta el día de hoy. Gracias por su sugerencia. Todavía la versión definitiva de este cuento no la he logrado y volveré a retomar su re-escritura en un futuro que espero sea cercano. Gracias, Mirabal, por sus enjundiosas palabras. Una lectura entrelíneas con todo y el final nos muestra que Manolo no se suicidó, ni se trata de un suicidio real, sino de un bautismo vicario. La acotación final al cuadro evidencia que Manolo logró pintar su obra maestra. Gracias por sus comentarios. En http://www.omnijesus.com pueden encontrar mi mejor cuento: "Jehová, la Muerte Inefable y el Club de los Ateos". Gracias: I Tesalonicenses 5:16-24. Felicidades en Cristo Jesús. Orly
Hola. He realizado muchos cambios en el cuento y la versión final está publicada en http://www.resujesus.com/2011/07/cc.html. Ahora estoy conforme con la versión definitiva. Muchas gracias en Cristo Jesús. Orly
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